- Sí es cierto que se cometen locuras, pero creo que esto es demasiado arriesgado, ¿tú sabes lo que te pueden hacer si te pillan colándote allí? -dijo Caitlin.
- Me da igual lo que me hagan, que me encierren, que me maten, no me importa lo que tenga que pasar con tal de verla y decirle todo esto. -dijo Jake.
- Jake sé que le quieres mucho, pero yo no me la jugaría. -dijo Caitlin.
- Me la jugaría mil veces si lo que me espera después de todo es ella. -dijo Jake muy convencido.
- No sé vosotros, pero a mi me están entrando ganas de ayudarlo. -dijo Paula.
- A mi también. -dijo Caitlin.
- A mi ni me miréis que no. -dijo Christian algo molesto aún.
- Vamos Christian, es tu amigo desde pequeño y necesita nuestra ayuda. -dijo Paula.
- Estoy hasta las narices de ser un jodido cero a la izquierda para todo el mundo, solo os importa él. -dijo Christian.
- Christian ¿pero qué hablas? -dijo Caitlin.
- De que yo llevo más de 8 meses jodido, hundido, sin apenas fuerzas para nada y nadie absolutamente nadie se ha dignado a preocuparse por mí y luego llega el capullo este a lloraros un poco y se os caen las bragas al suelo. - terminó de decir Christian con lágrimas en los ojos.
- Pero vamos haber ¿tú de qué vas? A mi no se me caen las bragas al suelo porque el idiota este me llore ni mucho menos, a mi se me caen por verle la sonrisa a mi mejor amiga, y sé que no hay mejor sonrisa que la que le saca él. -dijo Paula muy cabreada.
- Que sí, que enhorabuena, que hagáis muy feliz a Valeria.
- Me pareces un completo capullo así de claro. - dijo Paula.
Christian se limitó a hacerse el sordo y se marchó a su habitación, en la cuál estuvo durante semanas.
Mientras tanto Paula y Caitlin, se dedicaron a ayudar a Jake a conseguir lo más rápido posible el dinero para sacarse el billete y venir a Vancouver a verme.
Tardaron 2 meses en conseguir el dinero suficiente, pero al fin lo habían conseguido, aunque ahora les faltaba lo más difícil pensar como conseguir que Jake entrase al internado sin que le pillasen.
Tras varios días pensando, decidieron que lo mejor aunque pareciese estúpido era travestirlo y que se hiciera pasar por una chica, sabían que no era la mejor opción y mucho menos la más segura pero era la única manera de que Jake pudiera entrar.
Así sin pensarlo ni dos segundos más, Paula y Caitlin terminaron de ayudar a Jake a repasar todo lo que tenía que hacer para que no le pillasen en el internado, se terminó de hacer la maleta y allí que se fue para el aeropuerto.
Christian, que llevaba sin salir de su habitación durante todo ese período de planeo del internado, se dignó a salir de su zulo, única y exclusivamente para darle una carta a Jake la cuál le pidió por favor para que me la diera al llegar al internado, de alguna forma o de otra, pero que me la diera.
No tuvo nada más que decir, por lo que volvió a su habitación sin dar explicaciones.
Al llegar al aeropuerto antes de que Jake se dispusiera a emprender camino hacie Vancouver, Paula le pidió algo.
- Oye Jake.. -dijo Paula.
- Dime - contestó él.
- Disfruta del viaje, ten mucho cuidado pero sobre todo , encárgate de hacerla sonreír mucho ¿vale?
- Puedes confiar en mi, que no pararé hasta que la vea quejarse de dolor de tripa por las risas. -dijo Jake.
- Sé que va a estar en buenas manos, pero por favor, esta vez sé consciente de cada cosa que haces ¿sí? -dijo Paula.
- Lo haré. -le dio un abrazo a Paula.
Tras varios minutos de despedida, Jake subió al avió el cuál le llevaría a mí.
Después de varias horas de vuelo, al fin Jake había llegado a su destino 'Pacific Vancouver Academy' más conocida como 'PVA'.
[Narra Jake]
Llegué al internado, me quedé observando la puerta durante 30 minutos antes de decidirme a entrar allí adentro, no estaba preparado para empezar a correr el riesgo que suponía todo lo que habíamos estado planeado estos meses, pero sé que ahora no había vuelta atrás.
Respiré hondo, y me armé de valor para entrar allí adentro y enfrentarme con quien tuviera que hacerlo.
Nada más entrar estaba la recepcionista, llamó a dos mayordomos para que me cogieran las maletas, mientras tanto, otra chica ; la guía del internado, se encargó de enseñarme todas las instalaciones, la biblioteca, el comedor, la sala de estar, la piscina, los jardines, las clases etc.
Al acabar de ver el internado, la guía me llevó al despacho de la directora, dónde allí, ella misma se encargaría personalmente de darme la bienvenida y decirme cuál sería mi habitación estos meses.
- Bueno, pues aquí te dejo hablando con la directora.- dijo la guía.
- Buenos días jovencita. -me dijo la directora.
Yo me quedé igual, ya que no me acordaba de que ahora soy 'una chica', hasta que reaccioné.
- Buenos días señora. -dije educado.
- Puedes hablarme de tú, siéntate anda. -dijo muy amable.
- Gracias- me senté.
- Supongo que ya te habrán informado de que solo puedes recibir visitas de tus padres cada 2 semanas, y familiares cercanos y amigas en vacaciones.
- Sí. - asentí.
- También que no puedes recibir llamadas y cartas de personas que no sean del sexo femenino y por supuesto nada de visitas masculinas.
- Sí. - asentí de nuevo.
- Y ¿qué le ha traído a querer ingresar en PVA?
- Necesitaba cambiar de aires, desconectar y aislarme por un tiempo de todo y me hablaron muy bien de este centro, así que decidí que sería el lugar idóneo para pasar unos meses relajado.
- ¿Relajado?
- Digo relajada.. jajaja, discúlpeme, es que estoy un poco nerviosa. -dije.
- Es normal mujer, dicho esto, su habitación es la 207, en la residencia Púrpura, va a ser un placer tenerla entre nosotros señorita Jazzy - dijo entregándome la llave de la habitación.
- Muchas gracias. -dije.
Salí de su despacho, busqué la residencia Púrpura por todo el campus, hasta que al fin dí con ella.
Estaba asustado, no quería entrar a mi habitación, sinceramente en esos instantes pensé que narices había hecho metiéndome allí. Volví a respirar hondo, y entré sin miedo alguno.
Al abrir la puerta, pude observar que había 3 camas en la habitación, dos literas y una individual.
La litera de arriba y la individual estaban ocupadas, por lo que supuse que mi cama sería la de abajo.
Mis maletas estaban a los pies de ella, así que empecé a sacar mis cosas, tenía de todo.
Camisetas, shorts, leggins, bragas y faldas de Paula y Caitlin, camisetas mías las cuáles como mecanismo de defensa diría que son de mi 'novio' y como no calzoncillos. También llevaba pulseras, y complementos de chicas para no levantar sospechas, ahora el secreto estaba en esconder mis calzoncillos en un lugar dónde nadie los viera. Empecé a pensar, y el lugar más seguro bajo mi punto de vista era la almohada.
Puse un par de fotos en la pared 'mías', y un par de fotos de Brooklyn Beckham, para que vieran que soy tan chica de tener ídolo y mojabraguear por él. Unos cuántos peluches por la cama y todo listo.
Me tumbé en la cama, y me puse a escuchar música con el Ipod.
A los poco minutos de acomodarme en la cama, entraron 3 chicas a mi habitación, al verlas entrar me asusté y pegué un salto de la cama. Empezaron a reírse y se presentaron.
- Hola, soy Paola tú debes de ser nuestra compañera nueva, encantada, ella es Lisa la otra chica que va a compartir habitación contigo, y la otra es Miranda una amiga del campus - dijo sonriendo Paola.
- Encantada soy Jazzy. - les sonreí.
- ¿De dónde eres? - preguntó Paola.
- Long Beach, California ¿y vosotras? - dije.
- Francia - respondió Paola.
- Suiza - dijo Lisa.
- Sydney - dijo Miranda.
- ¿Y lleváis mucho tiempo aquí? - pregunté.
- Lisa y yo llevamos 3 años, y Miranda lleva desde el verano pasado. -contestó Paola. - ¿y tú por qué estás aquí?
- Cambio de aires, desconectar de todo, ya sabéis.. -dije algo tímido.
- ¿Estás aquí interna por gusto propio? - dijo Paola sorprendia.
- Sí, ¿por qué iba a estar si no?
- Por mediación de tus padres, como muchas chicas de aquí estamos.
- Pues debo ser la única bicho raro que no. -dije entre risa falsas.
- ¿Enserio estás por gusto? - insistía Paola.
- Sí. - contesté.
- Madre mía, que valor tienes al haberte metido voluntariamente aquí. - añadió Miranda.
- ¿Por qué? - pregunté.
- Esto es peor que una cárcel, no nos dejan recibir llamadas y carta de ningún chico, hacemos excursiones a lugares privados para asegurarse de que no hay chicos, si vamos a un parque de atracciones o algo, lo cierran a posta para nosotras, te juro que es un infierno y que no sabes dónde te has metido. -dijo Miranda.
- ¿Y vuestros padres saben todo esto? - dije.
- Sí
- ¿Y les parece bien? - dije.
- Sí, porque la directora les convence y les hace ver que es lo mejor para que tengamos un futuro digno, cuando lo único que hacen es jodernoslo. -dijo Paola.
- Osea, ¿me estáis diciendo que lleváis 3 años sin ver un chico? -dije asombrado.
- Sí. - dijo Paola.
- Madre de Dios que palo. - dije.
Estuvimos hablando varias horas, nos fuimos conociendo un poco y he de decir, que eran unas chicas adorables.
Se hizo la hora de la cena y fuimos al comedor a cenar, allí se cenaba por turnos, me senté a cenar con Paola y las demás, observé detenidamente el comedor para ver si conseguía ver a Valeria, pero no estaba por ninguna parte.
Terminamos de cenar, y nos fuimos a las habitaciones, a las 22 vinieron a darnos el toque de queda.
Se acostaron todas, mientras yo me quedé pensando porqué no había logrado ver aún a Valeria.
Al día siguiente, a la hora del desayuno volví a buscarla, y seguía sin obtener respuesta alguna de dónde podría estar.
Era domingo, por lo que teníamos el día libre.
Paola y Lisa me propusieron ir un rato a la piscina a tomar el sol, y acepté.
Acepté sin pensar que tengo algo colgando entre las piernas y carezco de algo colgando en el pecho.
Así que me puse unas bermudas mías, y una camiseta de las mías.
Paola y Lisa me preguntaron que hacía así, y les dije que era la ropa de mi novio, y que me la ponía para acordarme de él, comenzaron a preguntarme cosas sobre 'él' y no tuve más remedio que contarles 'nuestra historia' que fue nada más y nada menos que la mía con Valeria. Tras contarles todo, al fin bajamos a la piscina.
Al llegar allí, dejamos las toallas en unas de tantas tumbonas que había alrededor de la piscina, nos tumbamos y empezamos a tomar el sol.
Al poco rato empezamos a escuchar voces, nos levantamos y al girarme, era ella.
Sí era Valeria, iba con un grupo de chicas, llevaba puesta la camiseta que le regalé mía que tanto le gustaba, la llevaba puesta, se me paró el corazón al vérsela puesta, se la quitó y bajo ella llevaba aquel bikini blanco que tanto me gustaba a mí, no podía evitar mirarla y sonreír, me empezaron a entrar mariposas por el estómago, al fin después de tanto tiempo lo volvía a tener cerca, la volvía a tener delante, ¿y sabéis qué?
Seguía siendo igual o más increíble tenerla delante que antes.