sábado, 28 de marzo de 2020

¿Quién nos lo iba a decir?


¿Quién me iba a decir a mí que irme con 18 años a dormir en la calle durante cinco días iba a regalarme algo tan bonito como vosotras?

Hace un año estaba reencontrándome después de tres años con estas personitas de la foto de ahí arriba. No puedo expresar con palabras todo lo que hemos vivido pero sí todo lo que significan para mí. He aprendido que siempre fue mejor calidad a cantidad y que hay personas que hacen por mil aunque estén a kilómetros de ti.


Hemos hecho de unos cartones del contenedor el mejor colchón del sobre la faz de la Tierra, de una habitación para dos persona la mejor suite imperial de ducha y siesta express para siete. Hemos desfilado con nuestros mejores pijamas por Goya para conseguir algo que llevarnos a la boca.

Incluso nos hemos recorrido la ciudad de otro país con tal de volver a abrazarnos.

Creo que nunca he sido tan feliz comiendo un pepito de pan y mortadela, junto a una empanada de nocilla casera a la luz del sol esperando al que iba a ser el mejor concierto de mi vida. Nunca antes unas croquetas de jamón paseadas por Madrid y parte de Lisboa, me habían sentado tan bien.

Necesito volver a salir en la cuenta de algún componente del equipo de Shawn Mendes, abierta de piernas con Ale para guardarle el sitio a las otras dos lloronas que se habían quedado fuera por la falsa veracidad de sus entradas. Aún sigo dándole las gracias al seguridad que decidió que no había derecho a que os arrebatasen ese concierto. Necesito volver a perder un metro porque Elena se quede embobada haciendo fotos y que nos vuelvan a tirar de una zona turística porque somos tan buenas amigas que nos tumbamos en el suelo para sacar el mejor de los perfiles de las otras.
Por no hablar de lo necesario que encuentro volver a un puerto e imitar sin sentido algunos los pivotes que nos vayamos encontrando en el camino. Alba ojalá despertarte con globos y coronas otra vez por tu cumpleaños. Llevadme de nuevo a comer Mc Donald's en el césped de Belem y hacernos una foto rándom en un poste publicitario de la estación de autobuses.

Necesito volver a recorrerme el mundo un autobús de mala muerte con vosotras, eso sí, Elena vigila bien donde dejas tu maquillaje por favor, que San Apapucio debe tener los cojones morados de tenerlos tanto tiempo atados en unas medias en el Altice Arena. 


La amistad es eso que se forma, por azar y suerte, y qué suerte la mía por contar con la vuestra día a día.

Gracias por saber estar y seguir en la distancia.

Por cada paso que dais conmigo y celebrar cada meta y victoria juntas.


Gracias por agarrarme la mano cuando tengo más vértigo que nunca.


Gracias por darme un empujoncito hacia delante cuando estoy a punto de quedarme quieta.


Pero sobretodo, gracias por hacer la vida más bonita desde que os tengo conmigo.


Nos vemos muy pronto amigas.