Me gustas justo por el simple echo de no ser perfecto para nadie.

Me gustas justo por que no eres perfecto. Qué aburrido sería no descubrir nada nuevo cada día que te viera en tu cara o en tus ojos, que fueses el resultado del pensamiento idealizado de la perfección. Doy gracias que eres una persona de carne y hueso, moldeada por el paso del tiempo y los recuerdos, por los años y las penas, incluso un poquito por mis abrazos. Qué suerte tengo de que no seas perfecto, que cada vez que te mire pueda descubrir un nuevo detalle en tu piel, pequeños guiños que nunca antes había observado. Me encanta ver que tus ojos no son de un color exacto, que no son unos ojos negros intensos ni azules celestes, de esos de fotografía. No, afortunadamente para mí, no son así y me gusta que cada día me deparen una sorpresa. Tú me cuentas que son de color avellana pero cuando me miras de esa manera tan tuya... creo que se iluminan con iridiscencias doradas. Otras veces, se tiñen de destellos tan imposibles que estoy segura que son un milagro que creas sólo para mí. A veces, se hacen brillantes, me miran acaramelados y es entonces cuando siento que sí que puedo quererte más que a nada en el mundo. No podría quedarme tampoco sin tus miradas de impaciencia que todavía estoy intentando que se dulcifiquen y que, por que no decirlo, me encantan. Conozco el ángulo perfecto que forma tu cuerpo apoyado en la pared, la curva que se forma en tus labios al sonreír con esa sonrisa tan bonita en medio de un día probablemente malo que desde ese momento empezará a mejorar. Me gustas porque no eres perfecto, porque te quejas de esos dos kilos de más que dices que tienes y que yo espero que no pierdas jamás; porque tienes esa voz que me parece que se desliza por entre las notas de cualquier melodía pero no una melodía cualquiera, porque tus manos tienen la forma exacta para acariciarme. Me gusta verte y descubrir que día a día vas cambiando y, para mi asombro, siempre me encantan los cambios que en ti se producen. Me gustas porque eres lo que más quiero, que a pesar de no ser perfecto, lo eres.