Me acabo de dar cuenta que en el lado izquierdo del cabezal de la cama hay una estrella medio pegada, no brilla pero está ahí.
La estrella debió caerse del techo cuando mamá quitó el resto para pintar la habitación. Al verla no he podido evitar acordarme del porqué esa estrella está en mi habitación.
Fue una tarde de verano, en la cuál no sé por qué me tenías preparada una sorpresa, la cuál según tú no iba a olvidar nunca porque me iba a recordar siempre algo que estabas harto de repetirme. Llegaste a casa y me echaste de la habitación, yo no paraba de pasear por el pasillo repleta de nervios porque no sabía que estabas haciendo ahí adentro, sonó el timbre; era Lester, habíamos quedado con él y como de costumbre por tu culpa llegábamos tarde. Subió a casa e inmediatamente se metió en la habitación contigo, al abrir la puerta para que entrase observé que estabas encima de mi cama, cosa que me terminó de descolocar.
La puerta se cerró de nuevo y yo seguía pasillo arriba, pasillo abajo de los nervios, os oía ambos hablar, de repente escuché mi persiana bajándose, la puerta se abrió y al entrar en la habitación, sobre mi cama en el techo habían unas estrellas que brillaban en la oscuridad que todas juntas formanaban un 'Te amo'.
Me dijiste que lo habías puesto ahí para que nunca se me olvidase lo que sentías por mi, para que cada vez que me despertase a media noche en una de mis pesadillas lo mirase y me calmase, para que cada noche antes de irme a dormir recordase que me amabas y para que cada mañana lo primero que viese fuese eso.
Dudo que alguien vuelva a hacerme algo parecido, de hecho no quiero, porque ese techo siempre te pertenecerá a ti y a tu 'te amo', porque ese techo ha sido testigo de amor verdadero, de risas, de caricias, de mimos, de ánimo en los exámenes, de cuidados cuando he estado enferma, de tus besos de buenas noches, de abrazos, de peleas con los peluches, incluso de pedos o mejor dicho pedacos, que por muy 'cerdo' que suene, tú y yo podíamos pasarnos horas riéndonos de un pedo.
¿Sabes qué? Las cosas buenas, no deberían cambiar nunca.
miércoles, 3 de junio de 2015
Día treinta y dos sin ti.
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