jueves, 1 de octubre de 2015
Que estés y no te vayas nunca.
Que no quiero que vuelvas, lo que yo quiero es que no te vayas nunca.
Que no quiero finales felices, ni poemas bonitos, ni domingos de mantita y peli, ni tampoco París, lo que yo quiero es que estés, eso es todo. Que estés y me mires cuando me derrumbo por dentro, que me cojas de la mano muy fuerte cuando empiece a romperme, y que me digas que no vale la pena, cuando ponga los ojos en blanco y me den ganas de llorar.
Quiero que me abraces el insomnio, que me entiendas los silencios, y que cantemos alguna canción en la ducha, que me abraces, que me beses sin motivos, que me improvises sonrisas y no tenerle miedo a los lunes a tu lado.
A tu lado todo, o si no, nada. A tu lado sonriendo o llorando, que más da.
Hace tiempo que me maravilla la belleza de lo triste, hace tiempo que planifico un futuro contigo, como si fueses la salida de emergencia de mi vida.
Es que creo que sigues sin entender que yo me reduzco a un montón de ojalás que se parecen a tu forma de besar, nadie va a entender mejor que tú, esta tonta necesidad de cerrar los ojos y que al abrirlos sigas ahí, a mi lado, sin que te asusten las cicatrices, ni mis ganas enormes de escapar.
Que sigas ahí, ayer, hoy y mañana, hasta que se nos sequen las ganas y nos preguntemos que haríamos el uno sin el otro, como me preguntaba yo cada día, que sería de mí, algún día, sin ti, y ahora mírame.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario