viernes, 20 de noviembre de 2015

Solo quiero que sepas que me voy.

"Querido amor de mi vida y de la vida de otras, no quiero que te lo tomes a mal, supongo que es el dolor el que habla y no yo, son las heridas que todavía escuecen, esas que un día dejaste en mi. Tengo tantas cosas que decirte que no sé cómo empezar..podría decirte que eres un gilipollas, un capullo, un.. bueno todo eso ya lo sabes. Podría decirte que te odio por lo que me hiciste, por todas las veces que volviste y tal cual te fuiste, que no te necesito, que ojalá te vaya tan mal como has hecho tú con mi vida desde que entraste, me diste demasiadas cosas que recordar y te fuiste arrasando todo a su paso..como un incendio sin control que cuando empieza no sabes cómo acabará y cuáles serán los daños. Tú eres el fuego y yo soy el bosque que se quema y que se ha quedado en cenizas..eso es lo único que queda de mi. Podría decirte que nunca he sentido nada pero estaría mintiéndote porque todas y cada una de las palabras que te susurraba en medio del cine, al otro lado de la mesa, debajo de ti en la cama, todas y cada una de ellas eran sinceras. Sólo espero que algún día cuando creas que quieres verdaderamente a alguien pienses en mi y en lo que te perdiste, que se te escape mi nombre cuando la llamas, que veas mis ojos en todas partes y que el perfume que lleve te recuerde a mi y a todas y cada una de las noches que lo dejé impregnado en tu cuerpo.
 Quiero que sepas que he querido odiarte por lo rota y jodida que me dejaste pero lo único que he acabado haciendo es odiarme a mi misma por no poder olvidarte. Y..si algún día lees esto quiero que sepas que ya es tarde, que quiero empezar una vida sin ti, un capítulo nuevo, una historia digna de ser recordada...
Solo quiero agradecerte que me abrieras los ojos antes de que fuese demasiado tarde, antes de quererme quedar toda mi vida con el mayor error que he cometido. Puede que fueses el primero en muchas cosas pero ser el último como tantas me juraste que ibas a ser ya no está hecho para ti. Puede que me arrepienta, puede que esté metiendo la pata al decir todo esto, pero han habido tantas noches en las que te he necesitado y tú, simplemente no has estado. Decías que ibas a quedarte conmigo el resto de tu miserable vida y al final la miserable he sido yo, por quererte, por perderte, por querer creerte cada vez que volvías diciéndome que me echabas de menos, a mí, a mis besos, a dormir juntos, en definitiva que me necesitabas día a día... Y después de todo lo único que pasa es que llega otro otoño en el que ya no estás y siento que me ahogo, siento que este no es mi sitio porque es contigo o sin ti y verte todos y cada uno de los días correteando a mi alrededor, como si nunca hubiésemos tenido recuerdos en común, es lo más difícil que he tenido que hacer aparte de alejarme de ti el resto de mi corta y miserable vida. Y te quiero, y te odio. Y siento tantos sentimientos contradictorios hacia ti. Hay veces en las que he deseado poder ser tú y saber cuánto llegaste a quererme. 

Sólo quiero que sepas que me voy, que ya es tarde para ti, que no hay perdón que valga ni palabras que calmen el dolor que dejaste. Vuelve a por mi, si quieres, que lo más probable es que yo no esté aunque mi corazón se muera de ganas por quedarse. Sólo una última cosa; prometí que me quedaría aunque las cosas se pusieran difíciles pero necesito marcharme y muy en el fondo sabías que lo haría..me conoces más que nadie y sabes que lo necesito. Y hoy, diecinueve de noviembre, siento que me asfixio al no tenerte aquí conmigo pero sé que, al fin y al cabo, es lo mejor. Siempre te dije que en mi vida no había finales felices, solo finales que no eran dignos de ser recordados pero ya me ves, no puedo olvidar a alguien que en su día me hacía feliz.."

martes, 3 de noviembre de 2015

'creeme que ese día no tardará en llegar...'


Notarás tu amor por el brillo de mis ojos cuando ya no puedas verlos. Querrás enredar tus dedos en mi cabello cuando ya no puedas recordar lo que se sentía. Querrás abrazarme cuando te des cuenta de que ya no estaré ahí para abrirte mis brazos. Necesitarás mis palabras y mis miradas cuando logres entender cuánto significaban para ti y nadie más pueda hacerte sentir lo mismo con ellas. 
Recordarás mi sonrisa y mis gestos cuando ya ni siquiera puedas encontrar mi rostro.
Lograrás darte cuenta del gran amor que teníamos cuando ya sea demasiado tarde, cuando yo ya haya decidido marcharme, pues fuiste tú el que decidió irse. 
Querrás besarme cuando mis labios ya no quieran tocar los tuyos, y querrás tomar mi mano cuando el calor que te entregaba haya desaparecido. Vas a querer abrazarme por las noches, pero tendrás que poner tus brazos sobre tu almohada, en lugar de mi piel, pues ya no estaré ahí para buscar tus brazos, ni despertarte por las mañanas.
Me valorarás cuando ya no esté, pues te darás cuenta de la falta que te hago, y eso es lo típico. Desearás haber estado conmigo cuando yo ya haya tomado mi propio camino y ya no quiera volver la vista atrás. 
Me amarás más cuando ya no puedas escucharme decir cuánto te amo, porque ya no estaré dispuesta a hacerlo, pues habré el coraje y las ganas de decirlo, de hecho hace tiempo que no me atrevo ni a pronunciarlo.
Querrás estar conmigo cuando mis fuerzas ya estén flaqueando, cuando esté cansada de haberte esperado, cuando ya no tenga ganas, pues no quisiste hacer el esfuerzo, y eso es lo peor, que siento que serás capaz de valorarme cuando mi amor se haya apagado y yo me haya marchado para no volver jamás y creeme que ese día no tardará en llegar.

Hemos cambiado.


No entiendo la manía que tenemos de aferrarnos con tanta fuerza al pasado.
Algunas veces por nostalgia, otras por aburrimiento, nos da por releer palabras que un día fueron nuestras, viajamos a través de fotografías, incluso derramamos alguna que otra lágrima  mientras sujetamos un objeto que en su día fue el mayor tesoro que encontramos (por alguien).
Nos preguntamos que habría sido de nosotros si hubiésemos escogido otro camino. Si nos hubiésemos arriesgado. Si no hubiésemos tenido miedo a decir te quiero, o si lo hubiésemos dicho.
Nos imaginamos una vida diferente a la que tenemos, recordando besos que no se dieron, o que se quedaron por dar.
Sobretodo nos aferramos a lo que fue y ya no es. A lo que nunca fue, bien porque no pudo o porque no quisimos.
Y por momentos la curiosidad nos sorprende tratando de adivinar si cometimos un error, si aún estamos a tiempo de intentarlo una vez más; o si ya no tiene sentido.
No entiendo la manía que tenemos de hacer las cosas tan difíciles.
Como si nunca fuera suficiente con lo que tenemos, como si no bastara con mirar a la persona en la que nos hemos convertido con profunda satisfacción.
Todo es más sencillo, todo es más fácil.
Jamás volveremos a ser quienes fuimos. Dijimos no porque en su momento quisimos decir no, o simplemente no tuvimos más remedio que hacerlo.
Nos arriesgamos porque entonces nos parecía la locura más bonita del mundo.
Elegimos ese camino porque entendimos que era el que debíamos seguir.
Pasamos páginas y cerramos heridas por nuestro propio bien, no tiene sentido volver atrás, ni revisar las cicatrices para ver si están cerradas del todo.
Es cierto que a veces el pasado vuelve a nosotros sin buscarlo. Y sentimos la tentanción y la necesidad de abrazarlo y sentarnos a contar viejas historias que sin duda alguna nos hicieron felices.
No podemos evitarlo, pero siempre se nos olvida lo importante, y es que son eso, viejas historias, que no regresarán.
Pero al final, algún día, comprendemos que cerrar la ventana nos protege del frío de madrugada, observamos el hoy y nos sentimos grandes supervivientes de lo pasado.
Hasta aquí hemos llegado, hemos caído, nos hemos levantado, hemos seguido hacia delante, hemos cambiado.