domingo, 25 de septiembre de 2016
Te fuiste huyendo.
Ojalá nunca leas esto. Ojalá nunca te sientas como yo me siento.
Te fuiste huyendo como si de repente hubiese descubierto que aquel no era el sitio en el que deberías estar. Desde el mismo momento en que nos encontramos decidimos jugar a ver quién sentía menos de los dos, como quien juega con fuego consciente de las quemaduras resultado de ello.
Nos sentíamos invencibles dentro y fuera de las sábanas de la incertidumbre de aquello a lo que nunca pusimos nombre pero siempre quisimos.
Nos hicimos daño de tanta rabia por no querer querer. Nos jodimos por las ganas de solo jugar con la piel.
Hoy es estoy cansada de soñar contigo y nunca despertar a tu lado, cansada de jugar a ver si hoy siento menos que ayer y no parar de perder. Hoy el marrón de tus ojos, me atormenta si me hablan de esperanza, y las noches acaban pero ya no hay mañanas.
Ojalá no leas esto, pero me duele la garganta de tanto callar.
Ojalá no leas esto porque voy a confesar, que me duele, me duele aún el alma de querer(te).
martes, 6 de septiembre de 2016
Ojalá.
Ojalá nos hubiéramos querido tanto
como nos odiamos ahora.
Y es que quizás sólo nos conocimos para saber
a qué sabe el dolor cuando te matan por dentro.
Siempre te dije que ibas a dejar huella,
pero no hacía falta pisarme el corazón tan fuerte para ello.
Yo abrazaba el amor por detrás
y tú te empeñabas en cogerlo fuerte del cuello.
Y hoy me dedico a cerrarle las puertas
a todo el mundo, porque este destrozo es nuestro
y no quiero que nadie entre a arreglarlo,
quién lo rompe lo arregla, y te estoy esperando con todo por medio
y pensando que en algún lugar de estas lágrimas
gotea tu nombre y la posibilidad de haber sido eternos.
Y ahora el daño ya está hecho,
y cuando el daño está hecho no queda otra que sentarse,
en la mesa y comérselo solo y en silencio,
hasta que se termine el plato.
Fuiste ese alguien,
esa piedra en medio del camino
con la que volvería a tropezar cada vez que me levantase.
Siempre duele que te destrocen,
pero tú al menos tuviste estilo para hacerlo, y se agradece.
He estado apunto de admitir que lo nuestro fue un error,
a punto de aprender de ello,
y me ha entrado miedo a olvidar como dueles.
jueves, 1 de septiembre de 2016
Si quieres ser inmortal, enamora a un escritor..
Y te dibujará en muchos versos, te hará protagonista de sus desvelos, como si el escribirte se le hiciera terapia.
Probablemente te habrá dicho un millón de veces lo que siente por ti pero tú aún no lo habrás leído, porque cuando escribe habla contigo.
Y cuando te vayas, con el corazón roto te seguirá escribiendo.
Y aunque le duelas: mentirá.
Mentirá para convertirte en el héroe (qué quizás no hayas sido), de una obra de arte, sobre ti, que nunca vas a leer.
Y se culpará si calla, así que aunque por dentro se caiga a pedazos hará que su relato avance hasta acabar.
Enamora a un escritor y vivirás para siempre entre líneas.
Y te besará con versos.
Te convertirá en arte.
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