domingo, 25 de septiembre de 2016
Te fuiste huyendo.
Ojalá nunca leas esto. Ojalá nunca te sientas como yo me siento.
Te fuiste huyendo como si de repente hubiese descubierto que aquel no era el sitio en el que deberías estar. Desde el mismo momento en que nos encontramos decidimos jugar a ver quién sentía menos de los dos, como quien juega con fuego consciente de las quemaduras resultado de ello.
Nos sentíamos invencibles dentro y fuera de las sábanas de la incertidumbre de aquello a lo que nunca pusimos nombre pero siempre quisimos.
Nos hicimos daño de tanta rabia por no querer querer. Nos jodimos por las ganas de solo jugar con la piel.
Hoy es estoy cansada de soñar contigo y nunca despertar a tu lado, cansada de jugar a ver si hoy siento menos que ayer y no parar de perder. Hoy el marrón de tus ojos, me atormenta si me hablan de esperanza, y las noches acaban pero ya no hay mañanas.
Ojalá no leas esto, pero me duele la garganta de tanto callar.
Ojalá no leas esto porque voy a confesar, que me duele, me duele aún el alma de querer(te).
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