Otro viernes más, otro viernes que odio desde que no estás.
La gente normal desea durante toda la semana que llegue el viernes, es por todo el día más deseado, es cierto, para mi antes lo era, pero desde que no estás preferiría que no existiera.
Viernes desde hace más de año y medio, para mi, para ti, para nosotros, era sinónimo de cenar en tu casa, pasando una tarde juntos perfecta, acompañada del mítico bocadillo de lomo y queso o tortilla y bacon, a excepción de algunas noches que me preparabas patatas fritas para acompañar, deseando que Kike terminara de ducharse y arreglarse como cada viernes y se fuese, para terminar de rematar la noche del viernes. Viernes es sinónimo de caricias por la espalda en tu cama, de cosquillas en el sofá acabando por los suelos, de abrazos con caricias por mi pelo, mi cabeza apoyada en tu pecho, mirarte, mirarme, mirarnos, sentir que estaba en el cielo. Sin olvidarnos de las prisas que siempre te metía para no llegar tarde a casa, de las despedidas en mi patio que duraban casi más que todo el tiempo que habíamos estado juntos, y mis 'ten cuidado ahora cuando vuelvas cariño, te quiero'.
Lo que daría por volver a decírtelo, ya que la última vez que te fuiste de casa, ni siquiera me despedí de ti, ojalá hubiera sabido que era la última vez, ojalá te pudiera volver a tener.
La gente normal desea durante toda la semana que llegue el viernes, es por todo el día más deseado, es cierto, para mi antes lo era, pero desde que no estás preferiría que no existiera.
Viernes desde hace más de año y medio, para mi, para ti, para nosotros, era sinónimo de cenar en tu casa, pasando una tarde juntos perfecta, acompañada del mítico bocadillo de lomo y queso o tortilla y bacon, a excepción de algunas noches que me preparabas patatas fritas para acompañar, deseando que Kike terminara de ducharse y arreglarse como cada viernes y se fuese, para terminar de rematar la noche del viernes. Viernes es sinónimo de caricias por la espalda en tu cama, de cosquillas en el sofá acabando por los suelos, de abrazos con caricias por mi pelo, mi cabeza apoyada en tu pecho, mirarte, mirarme, mirarnos, sentir que estaba en el cielo. Sin olvidarnos de las prisas que siempre te metía para no llegar tarde a casa, de las despedidas en mi patio que duraban casi más que todo el tiempo que habíamos estado juntos, y mis 'ten cuidado ahora cuando vuelvas cariño, te quiero'.
Lo que daría por volver a decírtelo, ya que la última vez que te fuiste de casa, ni siquiera me despedí de ti, ojalá hubiera sabido que era la última vez, ojalá te pudiera volver a tener.
No hay comentarios:
Publicar un comentario